martes, 7 de julio de 2009

Incontinencia























Era una ilusión, naturalmente...la ilusión de que
no menguaba, sino que el mundo aumentaba; la ilusión
de que los objetos eran lo que parecían sólo cuando la
persona que los consideraba era de tamaño normal.


Para él —no podía evitarlo—, la estufa había perdido
virtualmente su función de aparato calorífico. Era, casi
en realidad, una gigantesca torre en cuyas entrañas rugía
una llama mágica. Y la manguera era, casi en realidad,
una víbora inmóvil...


El Increíble Hombre Menguante, Richard Matheson